ES posible que llegue el mediodía
de la edad de los sueños, la mañana,
que convierta contigo mi ventana
en cristal que refleje la alegría.
Pues si un hijo me das, la noche fría
que habita entre mis rejas, será vana,
y el eco acompasado de una nana
llenará de contento el alma mía.
Un hijo como tú para quererte
en otra dimensión desconocida
capaz de consolarme y convencerte.
No sea que la hora despedida
avance sin piedad, me deje inerte,
sin saber que he vivido en esta vida.
María del Valle Rubio
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