DESPLIEGA PESTAÑA

domingo, 20 de octubre de 2013

ÉRASE UN HOMBRE


Cuando ladran los perros y la noche se estrecha me asalta tu recuerdo y te contemplo atado a tus costumbres. Pienso en ti sin ira, sin dolor, sin temor, con alegría. Te siento libre, porque libre nacimos y nos dijeron que teníamos que ser: señora de…, señor de. Nunca sabré por qué este entusiasmo pleno al recordarte, a crearte de nuevo en mis recuerdos y a renovar la fuente de tu risa. Érase un hombre como otro cualquiera, pero no era cualquier hombre. A mí me pareció que estaba hecho a mi medida, a la medida de mi espíritu y que había una relación espiritual entre nosotros desde el primer día del encuentro. Él me reconoció y me llamó por mi nombre y yo supe que era él a quien buscaba. Todas las campanas repicaron en mi corazón, pero era tarde y el tiempo no perdona y las horas se iban a otro mundo para instalarse dentro de otros relojes. No sé si las horas son siempre las mismas y puede que algún día regresen de nuevo a mi reloj.

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