DESPLIEGA PESTAÑA

miércoles, 23 de octubre de 2013

DOCTOR ZHIVAGO

Doctor Zhivago y el embrujo de esa melodía mágica que impregna toda la película y envuelve las secuencias más emocionantes en una cascada musical repetitiva. Siempre se está esperando que la música vuelva otra vez a impregnar la escena como recurso necesario e imprescindible. He caminado con Omar Sharif por los paisajes rusos nevados, por el amor y por sus poemas; por todo el recorrido de la persecución y las mentiras de los ideales de una guerra. Y el tren, siempre el tren, y otra vez el tren, su traqueteo roto y agonizante, a través de un paisaje helado con árboles desnudos y horizontes fantasmas. Omar es la mirada. La mirada que habla, la mirada que llora, la impotencia de un hombre acorralado por sus sentimientos y sus enemigos. Es un hombre bueno, esperanzado y capaz de ver a través de los cristales nevados del exilio, las flores de la nieve en una primavera que sólo a él pertenece. He visto la película de un solo tirón y me ha emocionado. No entiendo por qué los guionistas, los escritores, castigan el amor verdadero con la separación o con la muerte de sus protagonistas. Podía haber habido un final menos melodramático. No es justo que un hombre muera fulminado cuando cree haber hallado la felicidad, ni siquiera en las películas

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