He visto la
película (basada en la novela) de D. H. Lawrence, El amante de Lady Chatterley. Una historia que remueve en lo
profundo emociones y sensaciones a aquel que las posea. Bendito sea el amor con
mayúscula, con minúscula o con lo que se quiera. Sin embargo pesa mucho el
coste de este amor en la conciencia, también de quien la posea. Sin embargo, yo
vi un marido ruin que empujaba a su mujer a buscar un hombre para que le diera
un hijo ya que él no podía y, lo curioso es que cuando ella lo hizo, él, el
marido, le hubiese gustado ser él el que eligiera al candidato para ese
menester. Me encantó las lecturas filosóficas que hace este señor desde su
silla de ruedas a una mujer que sólo, al parecer, lo que desea es ser feliz. La
importancia del sexo, la necesidad de él en una relación, queda bien patente
como necesidad primerísima. Cuando ella lo encuentra y descubre al mismo tiempo
el amor, son más que suficiente para correr con el guardabosque a Canadá o al fin
del mundo, si hubiera sido ese el destino de su hombre.
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